Consulta, consulta y consulta

Parece que a partir de la lucha por la consulta sobre las industrias de la energía y los yacimientos de hidrocarburos, otros dos partidos –el PRI y el PAN—también quieren que se consulte a la ciudadanía. Es interesante advertir y dar seguimiento a las reacciones ante la puesta en marcha de un proceso democrático, en este caso impulsado por el PRD.

El PRI ha rechazado la consulta sobre energía con el argumento de que el voto popular no es idóneo para echar abajo una reforma de la Constitución, pero propone otra consulta para derogar preceptos de la misma Constitución (artículos 52, 54 y 56) y eliminar 32 senadores de representación proporcional y 100 diputados plurinominales con el fin de “ahorrar” dinero. Habría que agradecer al PRI que al fin admita que la Constitución sí puede ser votada por la ciudadanía, la cual es el soberano según la doctrina que expone la propia Carta Magna. Pero también habría que agradecerle que reconozca que los gastos del Congreso son demasiado altos y deben bajar, lo cual, por cierto, se podría hacer ahora mismo con la sola aceptación de parte del redivivo partidazo.

El gobierno cree que esa consulta la ganaría fácilmente y es posible que así fuera, pero eso no quiere decir que un método de representación menos proporcional sea más democrático. Los sistemas de mayoría relativa por distritos (Estados Unidos y Gran Bretaña entre los más conocidos) son notoriamente antidemocráticos en la forma de integrar sus parlamentos. Con ese método, los electores que se representan son únicamente quienes votan por el candidato elegido en una demarcación territorial. Quienes sufragan a favor de los otros candidatos no se encuentran representados; es como si no existieran, pero podrían ser la mayoría. En varios países están representados en los parlamentos la mitad o menos de los votantes: son democracias diseñadas para las minorías. Los sistemas de representación proporcional (aún los mixtos como en México y Alemania) se han construido para que la inmensa mayoría de los votantes esté representada.

Ahora bien, si se eliminan 100 diputados y 32 senadores, lo que se logrará es una mayor sobrerrepresentación en las cámaras y, con ello, el partido con más votos podrá tener más fácilmente la mayoría absoluta en el Congreso sin representar más de la mitad de los votos reales. Eso es lo que busca el PRI pensando en ser el partido más votado con menos del 40 por ciento en 2015. El gobierno de Peña quiere consolidar una democracia de minoría, donde el término democracia debería estar entre comillas.

En cuanto al PAN, ése sí que no se midió. Consultar sobre el salario mínimo es garantía de triunfo arrollador. Todos, excepto algunos muy necios, votarán a favor de un aumento pero con ese mandato no se arreglaría nada porque, si bien el salario mínimo sería mayor en 2016, no se propone ningún parámetro cuantitativo de referencia para convertirlo para siempre en un mínimo de verdad. La Constitución ya dice que debe ser “suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural”. Este es, como otros, un texto muerto que no fue rescatado por los dos sucesivos gobiernos panistas (12 años) bajo los cuales el salario mínimo disminuyó.

Sea como sea, bienvenidas las consultas, la participación directa de la ciudadanía en decisiones, el ejercicio de poder popular, la discusión de temas relevantes, aunque sea dudoso que la televisión se vaya a abrir al debate. Según parece –si no se trata de un puro blof o de maniobras para rechazar en la Corte la consulta sobre energía–, podríamos tener en el año de 2015 tres consultas, de las cuales dos serían referendos (la energética y la del Congreso—y la otra (salario mínimo) sería un plebiscito.