La oposición está reclamando una forma nueva pero ilegal de asignar las curules en la Cámara de Diputados, no obstante que la Constitución en esta materia no admite interpretaciones al gusto. El reparto de las curules plurinominales se hace entre los partidos y sobre los votos obtenidos por cada uno de ellos por separado con independencia de las coaliciones que se hubieran conformado para la elección de las curules de distrito, llamadas de mayoría relativa. Son dos sistemas de representación política que operan de manera simultánea desde 1979.
La oposición reclama que el reparto sea por coalición, es decir, la regla constitucional se aplicaría entre dos coaliciones y un partido. Sin embargo, la oposición no ha hecho un análisis de la dimensión de su propia derrota, pues de cualquier forma en que se hiciera el reparto de plurinominales, respetando la norma de que nadie se puede sobre representar más de 8% de su propia votación nacional efectiva ni tampoco sub representar por debajo de ese mismo porcentaje, el resultado no cambiaría sustancialmente, es decir, en términos de la correlación política en la Cámara.
500 CURULES
(Mayoría calificada de la Cámara 334 curules)
Reparto Reparto
Constitucional por partido Inconstitucional por coalición
Morena-PT-PVEM
364 curules 350 curules
PAN-PRI-PRD
108 curules 123 curules
MC
27 curules 26 curules
Independiente
1 curul 1 curul
Hay que aclarar que el reparto por coaliciones, como se ha mencionado por la derecha, es prácticamente imposible porque cada partido tiene registrada su propia lista plurinominal, es decir, al no haber una sola lista por coalición, la autoridad no podría decidir en qué orden entrarían las candidaturas.
La obligada pregunta luego de ver la tabla y la aclaración precedentes es: ¿para qué tanto escándalo si de todas formas la 4T tendría que asumir la mayoría calificada? La respuesta es sencilla y corresponde al examen del método de narrativa creado durante años por la oposición: repetir y repetir la mentira, la falsedad.
Los votantes de las fuerzas conservadoras son millones, muchos millones se podría decir. La derrota de la derecha no implica su propia desarticulación, por más merecidas festividades que se hagan desde la izquierda. Los enormes sectores de población que votan por el PRIAN conducen a esta coalición a mantener un discurso de lucha sistemática e incansable contra su adversario. Así, no importa qué tan falso sea el argumento con tal que vaya dirigido contra la 4T que se levantó victoriosa en un lance electoral sin precedente.
Los intelectuales de la derecha que han perdido la vergüenza desde hace ya tiempo exigen que la autoridad aplique una interpretación nunca antes intentada. Algunos fueron autoridades electorales que aplicaron la regla constitucional, pero hoy le exigen a sus sucesores que hagan justo lo contrario.
El sistema de representación popular mexicano no es ni jamás ha sido proporcional. El PRI y el PAN nunca propusieron a lo largo de su existencia un mecanismo de asignación de curules conforme al porcentaje directo obtenido por cada partido.
La mayoría calificada en las cámaras mexicanas se ha venido haciendo más necesaria en tanto prevalece en la derecha unida la táctica de bloquear todo lo que provenga de la 4T. Ya no hay debate ni se buscan entendimientos mediante la negociación. Ahora, el método es buscar el desgaste, alimentar a los sectores sociales de la derecha con mecanismos tendientes a acosar, descalificar e inhabilitar a la izquierda. Esa táctica está fracasando como lo indica el resultado electoral reciente, pero insisten en lo mismo, es decir, en el camino que les ha estado llevando a desastres electorales, tanto en comicios federales como en locales.
A pesar de que se ha unido y cuenta con instrumentos de poder, la derecha no reconoce la existencia de una fuerza política mayoritaria. Se aleja así de la lucha política propiamente dicha y se entrega por entero a los órganos de la gran prensa en manos del periodismo más ruin.
Una tesis central es que México se está yendo hacia un nuevo autoritarismo, pero no se encuentran actos autoritarios. El país nunca gozó de la libertad de difusión de las ideas como la hemos tenido en los últimos seis años, sólo que esa libertad, como las demás, es para todos. El que habla puede ser replicado en público, cualquiera que sea su profesión u oficio.
La composición que tendrá el Congreso no se observa desde la derecha como expresión conjunta de la gran victoria electoral de la izquierda y la existencia de un sistema de representación política creado durante años por el PRIAN. No quisieron antes analizar un cambio en el sistema político de la Constitución, ni siquiera buscaron una discusión al respecto, se atrincheraron, lanzaron burlones gritos de victoria cuando desecharon la iniciativa presidencial, se sintieron poderosos y capaces de derrotar en las urnas a la izquierda, a la que siempre han despreciado, denostado y calumniado. El Presidente hizo ver que la respuesta popular podría ser un cambio mayor en la relación de fuerzas políticas, aún más grande que la de 2018. Así fue: con reparto de curules entre partidos o entre coaliciones, sería básicamente lo mismo: hay un mandato popular.