Dos sucesos dos

Han ocurrido dos sucesos que se vinculan irremediablemente. El PRD luchó denodadamente contra el nombramiento de Medina Mora como ministro de la Corte mientras, dos días después, hallamos a ese mismo partido nombrando a Jesús Rodríguez Almeida como candidato a diputado federal. Se trata, en el primer caso, de un sabueso sin méritos para ser juez y, en el segundo, de un policía que fue sancionado al ser despedido como secretario de seguridad pública de la Ciudad de México y, además, sin militancia alguna ni virtud para ser parlamentario.

Esto es algo en verdad contradictorio por lo cual es preciso analizarlo sin miedo a personas o intereses en disputa. Medina Mora es todo lo contrario a una persona progresista y de principios, se caracterizó por ser impulsor del Estado de policía, por apoyar todas las iniciativas tendientes al establecimiento de un régimen regido por la doctrina de la persecución sin límites y con derechos nulos frente a los requerimientos policiacos. Estuvo en lances de arbitrariedad e ilegalidad, entre otros en el michoacanazo que llevó a varios servidores públicos a la cárcel por muchos meses, luego de los cuales obtuvieron su libertad con el consabido “usted perdone”. Rodríguez Almeida envió a prisión a unos detenidos al azar, luego de lo cual fueron liberados con el consabido “usted perdone”. Entre uno y otro de estos personajes hay diferencias de grado que no son irrelevantes, pero hay algo en común: les vale madre los derechos humanos.

Cualquiera observaría una contradicción entre el voto en contra del nombramiento de Medina Mora y la postulación de Rodríguez Almeida. Pero todo tiene sus explicaciones. Mientras la acción en el Senado tuvo lugar con base en principios, la nominación fue producto de una negociación de lo más oscura, por decir lo menos. No debe negarse que hubo titubeo en algunos senadores y que dos de ellos –Ríos Píter (el Jaguar) y Beristain– se ausentaron de la sesión para favorecer a Medina Mora, pero la posición del PRD como tal no tuvo mancha en ese lance (hubo, por cierto, otros dos de Morena: Mario Delgado y Salazar Solorio, quienes se ausentaron mientras Layda Sansores, también de Morena, rompió el voto y éste no contó para efectos de los dos tercios necesarios. Mas en lo que toca al ex secretario de seguridad pública de la Ciudad de México, sólo uno de los miembros del Comité Ejecutivo Nacional levantó su voz, la cual no fue escuchada por nadie.

Es cierto que en el Senado, con el voto en contra de los cuatro ausentes y el de quien rompió la papeleta, Medina Mora no hubiera llegado a la Corte (lo cual inculpa a los cinco correlones y les hace responsables de un hecho de dimensión histórica y de grave precedente nacional), pero la nominación de Rodríguez Almeida, menos grave evidentemente, no tiene la más mínima explicación válida por haber sido aprobada por todo un cuerpo colegiado: la dirección permanente de un partido político.

Es imposible igualar a uno y otro personaje pero lo que tiene dimensión contradictoria es que un partido asuma una conducta en un caso y la contraria en el otro. Tener dos caras, dos respuestas, dos conceptos sobre lo mismo o lo similar, dos éticas, no es propio de un partido que proclama la transformación de su país. ¿Cómo llegó Abarca a la presidencia municipal de Iguala? Pues con esa actitud de aceptar lo que algunos poderosos proponen sin analizar qué es lo que se admite.

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