Partido de masas

El Partido de la Revolución Democrática es un partido de masas. Así fue fundado y siempre lo ha sido. Pero su participación en instancias de gobierno y su gestión social lo convirtieron en un partido con clientelas que no son organizadas directamente sino por los grupos políticos que lo integran. Aquí tenemos una característica adicional: un partido de grupos.

El PRD no es el único partido en el mundo que es así. Todos los partidos de masas que, además, son de grupos, realizan su clientelismo principalmente a través de éstos. Mas el requisito político para integrarse en el partido no es siempre igual en todas partes; en el PRD es bajísimo, lo que permite que cualquiera haga un grupo y opere con la franquicia PRD, independientemente de sus posiciones políticas y de su conducta pública. He aquí otra característica.

Lo anterior ha sido visto en las recientes elecciones internas del PRD, en las que fueron elegidos 320 consejeros nacionales, 3 mil 450 estatales, 25 mil 770 municipales y mil 200 congresistas nacionales de un total de 89 mil 348 candidatos y con una participación de más de un millón 800 mil votantes. La intervención del INE impidió urnas embarazadas y desaparición de boletas; por fin hubo elecciones en no pocos lugares del país. Pero el PRD no cambió con la decisión de invitar a la autoridad nacional electoral a organizar su propia elección.

Los grupos internos del PRD, los cuales en su conjunto lograron una afiliación de 4 millones y medio, no fueron capaces de llevar a las urnas a más del 40 por ciento. Esto quiere decir que tales grupos abultan los registros y carecen de capacidad de movilización de una mayoría de personas afiliadas por ellos mismos. Este dato pone en duda la justificación del modo grupal-clientelar con el que se organiza el partido.

Además, la movilización electoral mostró la existencia de cajas de recursos propios de los grupos más grandes. El sistema mexicano de las despensas y el dinero en efectivo es una parte; la otra es el transporte con o sin gratificaciones inmediatas y personales. Esto quiere decir, por un lado, que sin recursos económicos el apoyo electoral de cada cual sería mucho menor y, por el otro, que la masa afiliada al partido está llena de personas distantes de una causa política general. Además, las finanzas de los grupos, ya sea por cuotas de sus miembros (servidores públicos) o por gestiones directas, crea una especie de poder económico por encima de las relaciones políticas dentro de un mismo partido, lo cual hace que la estructura partidista dependa demasiado de algunas circunstancias o, en otras palabras, que ésta resulte ser más de papel que de conciencia.

El resultado electoral es el esperado. Ningún grupo tiene la mayoría. Quien encabece el comité ejecutivo será producto de una alianza, la cual ya estaba pactada aunque no había necesidad. En el PRD no hay carro completo, el Estatuto lo prohíbe. La dirección nacional será de composición en razón de los votos de cada planilla. Mas el hecho de que no haya mayoría consolidada y firme es otra de sus características, lo cual pone en duda el modelo en general, pues no existen suficientes bases de unidad interna como para poder navegar con certidumbre sobre las grandes olas de la lucha política.

Como la elección fue indirecta, es decir, sólo de consejeros pero no de presidente del partido, el PRD no proyectó ningún liderazgo. Los partidos suelen necesitar líderes fuertes, líderes de masas, líderes intelectuales. Todo esto no parece algo que por ahora tenga que ver con el PRD.

Estas elecciones son una oportunidad para hacer un estudio del PRD y un informe que pueda debatirse abiertamente. El tema del partido sigue teniendo relieve y es mejor abordarlo desde una perspectiva militante.